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RESCATE DE LA MEMORIA

Escrito por Envar "Cacho" El Kadri en el año 1993.

El 19 de septiembre de 1968, el día en que moría John William Cooke, un grupo de jóvenes peronistas éramos detenidos en Taco Ralo, Tucumán, preparando una guerrilla contra la dictadura de Onganía y por el regreso de Perón. Aquella derrota sirvió de catalizador a una lucha revolucionaria en la que miles de jóvenes dieron Io mejor de sí por transformar la realidad política, social y económica de nuestro país.

Esta parte de nuestra historia es prácticamente ignorada por las nuevas generaciones que, sin embargo, demuestran su interés por conocerla, a juzgar por el éxito de "Tango Feroz", donde la rebeldía de "Tanguito" se da en el contexto de aquella resistencia.

En esta época de "post modernidad", hasta la palabra "revolucionarios" suena mal, tan desvalorizada frente al fracaso de "los socialismos realmente existentes", el auge del "fin de las ideologías" y esos espejitos de colores con que quieren hacernos aceptar que "pobres habrá siempre".

Pero hace un tiempito nomás, nuestro país fue capaz de parir una generación de luchadores por un mundo "sin explotadores ni explotados", de signos diversos y hasta contradictorios, pero de una capacidad de entrega y pasión por sacudir las injustas estructuras de la dependencia, que nos debe hacer sentir orgullosos a todos.

Fueron necesarios los métodos de represión del Terrorismo de Estado para hacerla desaparecer físicamente e intentar "borrarla" de la memoria histórica, por miedo a que su ejemplo le sirviera a los jóvenes para saber que se puede y se debe 'luchar para transformar la realidad.

A este borrón represivo han contribuido también las actitudes negadoras de aquellas luchas, tanto de algunos de sus protagonistas, sostenedores hoy de los valores contra los que se rebelaron, como de una dirigencia que muestra como única forma de participación política, este cambalache de corrupción y marketing electoral, donde lo único que importan son "los puestos".

Pero "si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra Historia", que no es perfecta, ni lineal, ni sin contradicciones. Pero que tiene una dignidad y una fuerza que, de ser asumida por los dirigentes más consecuentes, movilizaría más a nuestra juventud que las meras invocaciones electorales.

Hace 25 años, frente a una dictadura militar que disolvió el Congreso, avasalló la democracia, intervino las universidades, explotaba al pueblo y entregaba el país, tomamos las armas.

Hoy rescatar la experiencia de aquellas luchas y derrotas, debería permitirnos encontrar formas participativas de solidaridad, organización y memoria, para asumir sin sectarismos, el compromiso que muchos de los que participamos entonces seguimos asumiendo, por una democracia con justicia social, que honre los ideales por los que miles de compañeros dieron su vida.

 

Reportaje de Héctor Méndez, publicado en el diario La Capital de Rosario, abril 1996.

¿Cuales fueron las principales motivaciones que tuviste vos y tu generación para participar activamente en la política?

"Creo que la primera de todas es un profundo sentido de rebeldía ante la injusticia. Habíamos visto como el gobierno constitucional de Perón era derribado por un grupo que se arrogaba la representación de todo el pueblo argentino, y que como sabían que por el lado de las urnas no podían vencer al peronismo de aquella época, decidieron dar un golpe salvaje. Esto nos movió mucho internamente ¿Cuál era nuestro sentido? ¿Qué debíamos hacer? ¿Quedarnos en nuestras casas y aceptar pasivamente eso que estaba ocurriendo? Entonces muchos jóvenes de mi época decidimos que no, que habíaque levantar las banderas de nuestros ideales, que no podíamos admitir que hubiera ciudadanos de primera que eran los "democráticos", y ciudadanos de segunda que éramos los peronistas. Entonces dijimos que esto no nos deja otro camino, otra forma de participación que el de la lucha, y ahí fue cuando nos organizamos ya por los años 57, 58 en los primeros comandos de la Juventud Peronista.

¿Que hechos concretos realizaban?

Era más bien ganar la calle y hacer actos de presencia, lo que después de llamaría agitación. Nosotros no conocíamos esos nombres, lo hacíamos empíricamente, un poco inorgánicos, como una forma de decir "aquí estamos".

¿Como evoluciona en ustedes la idea de la lucha armada?

Brevemente te diré que es el método de la prueba y cada prueba que hacés vas fracasando entonces vas pasando a otro método. El primero fue de agitación. El segundo fue el de acompañar como grupo de civiles a los intentos de golpes de militares llamados peronistas; nosotros decíamos "así como a Perón lo derribaron por medio de una conspiración y con elementos civiles que lo apoyaron, si nosotros tenemos
militares peronistas que dan un golpe, hacen una conspiración, sublevan las tropas y nosotros apoyamos, va a ser posible que Perón vuelva". Varias veces nos convocaron y se reunían y se preparaban los planes,que eran planes de papel nomás, porque en la práctica...
Perón anunció que volvía al país para colaborar a la unión nacional, nosotros decíamos: "general no lo van a dejar venir, es imposible" yo había estado con Perón en octubre del 63, entonces como venía con todas las ideas de la revolución y que teníamos que organizarnos, Perón dijo: "Yo vuelvo como prenda de unidad y paz entre todos los argentinos y voy a anunciar públicamente que el año 64 va a ser el año del retorno. Si este gobierno, que dice ser democrático no me permite el retorno entonces quedará abierto el camino de la violencia", finalmente Perón tomó un avión a Río de Janeiro, los militares brasileños lo detuvieron a pedido del canciller argentino y lo mandaron de vuelta para allá, nosotros a partir de esa fecha quedamos en libertad de acción dijimos que algo vamos a hacer, no es posible que siga el peronismo proscripto.

En el año 66 quedó abierta la vía de la lucha armada por todos los medios, los militares prometen gobernar por veinte años, prometen ser los reorganizadores del país, van a ser una nueva república y van a ser un voto calificado ¿por qué? ¿nosotros que somos?, y otra vez, con ese gobierno militar de Onganía la variante de ajuste pasaban a ser los trabajadores, otra vez la misma excusa de que había una necesidad de cerrar los ingenios que eran estatales, que había que privatizarlos, había que echar a la gente a la calle, entonces allí hubo para nosotros un punto de inflexión y ahí fue donde
decidimos organizarnos para la lucha armada, una parte rural otra parte urbana, y enfrentar a los militares en el único terreno que ellos nos dejaban, que era el de la lucha armada.

 

¿Qué fue Taco Ralo?

Taco Ralo fue parte de esa experiencia, los compañeros del Movimiento de la Juventud Peronista de todo el país, éramos los más concientizados o más convencidos de que éste era el único camino, no por haberlo leído, sino por experiencia propia de vivir nuestra historia, de sufrir nuestra propia historia contemporánea. Nos organizamos, un grupo iba a preparar un campamento en la zona de Tucumán, previamente se instalaban en un lugar para aclimatarse y para prepararse físicamente, una vez que estuviera completado el adiestramiento, la capacitación y la preparación física pensábamos dirigirnos a la zona de El Cochuna, en los montes tucumanos, para iniciar esta presencia guerrillera y simultáneamente con eso en las ciudades iban a aparecer los destacamentos, que se iban a llamar Destacamentos Descamisados Eva Perón,
para hacer acciones espectaculares, propaganda armada y con todo eso pensábamos que íbamos a movilizar y arrastrar a todo el peronismo y a toda la gente, lo cual de alguna manera fue así aunque no bajo nuestra dirección, sino que se dio en una forma más espontánea, más generalizada, con la aparición de otras organizaciones peronistas y no peronistas.

¿Lo de Taco Ralo, lo tomaron como un fracaso?

Desde el punto de vista de lo que fuimos a hacer fue un fracaso, no hay que tenerle miedo a las palabras, para nosotros fue como un mazazo, de esos que te dejan drogui.
Después vino el reconocimientos de toda la gente, se hizo un plenario, el mayor Alberte que era delegado de Perón en esa época sacó un comunicado diciendo que era mentira que éramos comunistas y queríamos suplantar la bandera argentina por el trapo rojo como decía el gobierno; y eso nos reconfortó, hubo una repercusión de ese fracaso.
Uno con el fracaso puede hacer una novela de llorar y estar lamentándose toda la vida,
o puede convertirla en una campana de largada de algo, en nuestro caso de inmediato la solidaridad de la gente, el hecho de que nos reconocieran como militantes, el hecho de que no hubiera ninguna duda de que todo lo que habíamos hecho estaba en función de la lucha y la revolución hizo que nos sintiéramos reconfortados.
La cárcel fue en ese sentido una especie de beca, una beca para aprender, estudiar, estar cada vez más convencidos de que teníamos razón, Perón también nos hizo llegar una hermosa carta de solidaridad en el año 69, todo eso nos llevaba a nosotros a sentirnos como parte del movimiento que se puso en marcha. De manera que fue un fracaso pero fue como una campana de despertar y de ponerle frente al hecho consumado, concreto, que un grupo de jóvenes argentinos sin ayuda de nadie, sin apoyo exterior, sin el oro de Moscú o la plata de Cuba, había tomado la decisión de llevar adelante una lucha revolucionaria y la habían empezado a hacer, no se habían quedado en un palabrerío, por supuesto que estaban dadas las condiciones objetivas y subjetivas, había una dictadura, se habían anulado todas las actividades políticas, se había intervenido a la universidad, no es que nosotros un día nos despertamos como rebeldes o violentos y decidimos cambiar el mundo, sino que veníamos de esa larga militancia a pesar de nuestra juventud y de haber sido contemporáneos de todo ese proceso de ataque a los valores de la soberanía popular, de la democracia y conquista de los trabajadores.

¿Qué impresión tuviste cuando saliste en libertad en el '73?

La verdad que muy buena. Había un ascenso tan grande de las movilizaciones populares y de la lucha armada que parecía que estábamos al borde de la revolución. Esta idea del borde de la revolución es buena, porque también uno puede estar al borde del precipicio, estábamos al borde y confundimos ese gran apoyo y esa gran participación popular en todo el movimiento que sirvió de resistencia a la dictadura y que la acorraló y la obligó a dar elecciones y permitir que participara el peronismo y que Cámpora ganara en la
primera vuelta. Esa fue una gran confusión de creer que todo el gran apoyo que
había al movimiento de revuelta y resistencia a las dictaduras de Onganía, Levigston y Lanusse era un apoyo directo a los postulados de cada organización, llámese Montoneros, ERP, FAP o FAR que ya tenían, por un mecanismo interno de ideologización otros objetivos, que no eran solamente el retorno de Perón por ejemplo como el caso nuestro, sino que también eran el retorno de Perón, la toma del poder, la patria socialista, la construcción del socialismo nacional, la expropiación a la oligarquía, un cambio realmente revolucionario, prácticamente era como si el que hubiera tomado el poder hubiera sido el pueblo en armas, cuando en realidad era una retirada del gobierno militar con condicionamientos, que igual Cámpora no aceptó ninguno, pero que estaban allí intactas, no era que habían sido derrotadas y diezmadas en una batalla, están los
tipos acumulando bronca que después iban a desatar en 1976, aún antes con el apoyo que le daban a la Triple A y todos los grupos paramilitares que salieron a matar a los compañeros.

¿Fue un revés de esas organizaciones o del pueblo que no quiso hacer suyas esas reivindicaciones?

Los pueblos en ese sentido tienen tiempos diferentes a los de la organizaciones. Las organizaciones que están conformadas por hombres de carne y hueso que tienen una vida concreta, muchos habían muerto, habían dado su vida en aquellas batallas, termina uno creyendo que todo se mide con la corta vida de uno, que el cambio tenía que hacerse ahí, en ese momento, en esa hora, en esa encrucijada histórica. La revolución es un proceso lento, es un proceso de acumulación, ese proceso de acumulación las organizaciones lo apresuraron, creyendo que porque movilizaban 50 mil personas en una manifestación ya era suficiente para vencer la estructura del estado capitalista demoliberal-burgués e instaurar este gobierno revolucionario que por supuesto iba a ser conducido por los dirigentes de esas organizaciones. En el fondo se trataba de imponer la voluntad de esas organizaciones, no había un plan de convocar a todo el pueblo.

En nuestro país se creía que porque se leía un manual de marxismo-leninismo ya se estaba en condiciones de saber como se tomaba el poder o se manejaba un país y ya todos éramos economistas o ministros.
Creo que en ese momento la gente quería un respiro, veníamos de ocho años de dictadura, la gente quería mejorar su situación. La revolución se mide también por reformas que se van acumulando hasta un punto que esas reformas son tantas que más que reformas es una revolución. Quisimos forzar los tiempos de la historia, no fuimos capaces de ver que los pueblos tienen otros tiempos, y había que haber respetado esos tiempos.
La gente entre el tiempo y la sangre elige el tiempo, dice que no vamos a sacrificar lo poco que tenemos, consolidémoslo. No es tan lineal todo, porque hubo muchos grupos que trataron de parar eso, el Peronismo de Base con esa idea de construir una organización independiente de los burócratas o de los traidores y trabajar con las bases, dentro de Montoneros también hubo expresiones que veían eso y trataban de parar la pelota, pero ya los tiempos se habían agotado y la dictadura militar se instauró para acabar con cualquier tentativa aún reformista o contestataria, no hablemos ya
de una tentativa revolucionaria.

A partir del golpe militar se consolida un modelo de país distinto al que ustedes tanto pelearon ¿Cómo vivís esa derrota?
Mal, muy mal. Porque es cierto, como modelo de país no es este el que soñamos, no es este el país por el cual lucharon y entregaron su vida nuestros compañeros, este es el país del individualismo, del no te metás, del sálvese quién pueda, de la exclusión social, del modelo económico que beneficia a unos pocos y deja con el rótulo ahora de marginales a la mayoría de la población.

Éste es el mayor mérito de la dictadura, que a pesar de haber sido derrotada políticamente, su proyecto económico, el proyecto económico que ya sustentaron
en el 55 cuando nos quisieron meter de prepo al Fondo Monetario Internacional, éste organismo creado por los norteamericanos sobre todo para distribuir las ganancias y hacer que siempre el producto del comercio de las naciones fuera a parar a sus manos.

 

 

Todo eso lo vivo con una gran tristeza, pero al mismo tiempo no nos han vencido, porque somos muchos los que inorgánicos, independientes, fuera de los partidos o modelos existentes seguimos pensando que es posible construir otro país, que es posible transformar las relaciones de competencia, de pisarle la cabeza al que está al lado, de trepar, de ganar, este modelo que nos han puesto como el único posible,
el modelo del triunfador, del que viaja al extranjero, toda esa obscena exhibición de riqueza al lado de gente que no tiene ni para el mate cosido ni para el transporte.

Creo que es posible todavía un país diferente y hacer de esta gran derrota,
de éste gran terrible modelo económico y militar que aplicó la dictadura,
ir construyendo una esperanza, ser pacientes, perseverantes, innovadores, ser capaces de construir herramientas diferentes de transformación de la realidad, más chiquitas, sin soñar con las grandes organizaciones que quieren cambiar todo de una vez y para siempre, sino seguir cambiándolas de a poco en nuestro barrio, en nuestra facultad, reaccionando ante cualquier injusticia, siendo capaz de comprometerse, de ensuciarse, de meterse donde aparentemente a uno le dicen: "no, ¿para que te metés?,
¿vos que tenés que hacer en esto?, vos no sos villero, no sos obrero",

No, yo siento como propia esta injusticia, yo me meto para cambiarla.
 
Así creo que esa derrota de un proyecto de país liberado, de un proyecto de país con justicia social, con soberanía política y con independencia económica se va ir revirtiendo en la medida de que cada uno de nosotros seamos capaces de construir desde nosotros mismos ese mundo solidario, más justo, más fraterno, más igualitario que soñamos y por el cual luchamos.